Las madres de adolescentes también decimos YO NUNCA... y tampoco lo cumplimos


Formación continua, actualización y reciclaje continuo. ¿Les suena a mundo empresarial y a trabajo? Pues lo mismo mismito vale para ser madre. Y si hablamos de la etapa en la que yo estoy ahora, ya no se trata de recomendar, debería ser la religión a seguir cada año, mes y día de nuestro tiempo disponible.

¿Quién dice yo nunca?


Me ronda una cantinela estos días, es un post leído a Malasmadres hace unos meses: los YO NUNCA a los que toda madre se encomienda en su más tierna etapa. Esa tan idílica en la que todo nos parece controlable, asumíble e incluso idílico. Hasta que te despiertas, o más bien te despiertan, con un cubo de kilos de hielo, y te das cuenta de que no, la cosa no era así... hay miles de errores de carga en el sistema que tú creías que instalarías de lujo. ¿A qué huelen las nubes? A madre novata e ingenua, se lo digo yo. Pero lo asumes. Ser madre es eso. Y te instalas en una rutina agotadora y te prometes que jamás volverás a ser aquel ser soñador. Te pones tu uniforme de gerra y te convences de que estás preparada para la lucha.




Y cuando creías que no volverías a caer...

... te vuelves a despertar.  Y esta vez con una alarma más efectiva aún, con una patada de realidades de lo más aterradoras. Sustos, preocupaciones y miedos, un tutti frutti para malabaristas.Y donde antes dos manos te parecían pocas, ahora al que ves superado es al cerebro, intentando sobrevivir a todos esos altibajos emocionales.

Sin darte cuenta los años van pasando y la actualización de software se va haciendo más que necesaria. Los yo nunca nos han ganado la carrera y se han renovado ellos solitos. Así que cuando pensabas que estabas graduada vuelves a primero de madre, al darte cuenta de que has seguido siendo la misma pánfila vestida de rosa y saltando de nube en nube de cuando eran pequeños, y de que te has encomendado a otros yo nunca, nuevos pero igual de ingenuos.

Yo nunca seré mamá taxi.

Yo nunca haré dos comidas, aquí se come lo que hay.

Yo nunca le compraré el móvil antes de la edad recomendada.

Yo nunca le dejaré salir de noche antes de los... ¿cien años?

Yo nunca dejaré que se use el móvil en la mesa.

Yo nunca permitiré una palabra más alta que otra, ¡menuda soy yo!

Yo nunca le limpiaré la habitación, ¡ya es mayorcito!

Yo nunca le dejaré mi maquillaje

Yo nunca le solucionaré los problemas (en realidad somos muy débiles, y lo sabemos)

Yo nunca dejaré que se ponga eso tan corto

Yo nunca cederé a comprarle los modelitos que me pida

Yo nunca dejaré de escucharle (desconectas, es pura supervivencia)

Yo nunca dejaré que me afecten los chantajes emocionales

Yo nunca controlaré su última hora en línea en Whatsapp

Yo nunca diré porque soy tu madre

Yo nunca tendré un hijo que se meta en líos

Yo nunca echaré mano de su hucha (o tarjeta) en un momento de apuro para ir al súper

Yo nunca me desanimaré ante malas caras y malas contestaciones

Yo nunca seré invisible para ellos

A estas alturas ya no sé si lo que necesito es formación, reciclaje, actualización de software o un reseteo total para recuperar la función total de mis neuronas. Mejor será acepar que la vida son un montón de curvas y que sin ellas el viaje sería demasiado corto. De momento me voy a agarrar a mi ya lo pensaré mañana particular, que hoy hace sol y está a punto de arrancar el primer fin de semana de un mes de vacaciones lleno de planes divertidos, aunque un poquito lejos (no me odien demasiado).

4 comentarios:

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo en todo,despues de escuchar muchos,"yo no le dejaría""yo la castigaría sin...""a mi no me hace eso"
Y después se olvidan de todo.

Sara M. dijo...

Jajajajaja, acabo de llegar, ¡y menuda razón tienes! Por cierto, el título del blog... simplemente genial!!!

catalina dijo...

Jo, a veces se me escapan comentarios, que rabia!! Muchísimas gracias!!!

catalina dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.