-Hija, estudia. -Mamá, quiero ser artista.



A día de hoy no sé que clase de garantías nos puede ofrecer el sismeta educativo para nuestros hijos. Lo que si sé es lo que no nos puede ofrecer, ni ellos ni nadie: la seguridad de que no se salgan de su caminito de baldosas amarillas, por muy grande que sea su sueño, o, en muchos casos, el nuestro.

Suelo decir -más veces de las que se me pregunta-, que yo no me considero ejemplo para los pollos. No he ido a la universidad. No me tocó la juventud que yo quería, o la que, más bien, sé ahora que hubiera debido querer. Tampoco tracé un plan para ellos. Si improviso para mí, imagínense para tres. Pero tenía claro que esto va como cuando montaban Lego: cuanto más grande sea la pieza base, más piecitas puedes poner encima. Y yo quería tener metros y metros cuadrados de piezas base. Que bonita es la inocencia.

Y como soy su madre, quería que las piezas subieran hasta el infinito y más allá. No hay empresa en la que se apunte más alto o se piense más a lo grande que en la de ser madre. ¿Conocen a alguna que no lo apueste todo a ese, su gran proyecto?

 Pasan los años, y la construcción se va definiendo. Pero ah, sorpresa. Ahora jugamos todos. Nosotros y ellos. Así que llega ese momento en el que te alegras enormemente de no haber definido un plan, más que nada por lo mal que ibas a quedar al verlo hecho pedazos. Pero te gusta. Cuando no estás ocupada desesperándote, te gusta, por ejemplo, ser testigo de como poco a poco van decidiendo más por si mismos. Pero cuando el modo miedo se desata...

 Mejor no nos engañemos. No hay reforma educativa que borre de la faz de la tierra, ni de todas las neuronas invadidas por la invasión hormonal, la temida frase: mamá, quiero ser artista. O su equivalente correspondiente, da igual el color, la latitud, la longitud y la onda en la que se emita. Da igual. Si se nos salen del guión entramos en barrena, los brazos se nos van automáticamente a postura en jarras, nos invade el espíritu de madre carca y poco nos falta para soltar ¿pero es que queréis matarme a disgustos?

Y que poco ayudan los planes de los demás. Y el sistema establecido, ni les cuento. Ah, pero no deberíamos preocuparnos, está todo previsto. Por algo se han ramificado todas las opciones educativas en brotes y rebrotes nuevos. Educación a la carta, que bien. ¿Pensaban que esto nos ayudaría? Qué poco nos conocen!

 Por lo de pronto, yo me he propuesto respirar hondo y empezar a relativizar. Y por si todavía no es tarde para empezar a dar ejemplo, puede que me pase a comprar un tiesto y me plante bien al fondo, para poder entender, de una vez por todas, ese afán que ponen ellos en salirse.

7 comentarios:

Vigopeques dijo...

Que divertido es leerte cuando te leo desde la distancia que me permite todavía la edad de mi hija. Pero cuando me toqué a mi espero llevarlo con el mismo sentido del humor.

catalina dijo...

Calla, calla, que me tiene más loca que cuerda!!

Maria Ligeia Amate dijo...

Difícil situación jejeje pero puede ser que se le pase pronto o quizás no, la adolescencia es lo que tiene!! una cosa si está clara a esa edad: mama y papa son el enemigo y por pura rebeldía se hace lo contrario a lo que nos dicen.

catalina dijo...

Claro, por lo que conviene mantener al yo autoritario a raya, si se puede...

Unknown dijo...

Pues yo ta te veo de madre de la artista, orgullosa cual madre de la Pantoja, cayendote la baba con lo que haga.

Si, ya se, como la mía tiene 6 años... jajajaj, dentro de unos añitos me dará a mi un pallá ;) .

Carola dijo...

Vamos! no hay nada de malo en ser artista, es más, potenciar sus talentos y olvidarnos de que hoy en día hay un plan trazado en el ámbito profesional. Un abrazo! Me encanta tu blog.

catalina dijo...

Muchísimas gracias!!